maximo tell

Archive for the ‘Bahamonde’ Category

Casi anti casi, la paz y el círculo de sangre…

In AguaSuaves, Bahamonde on 21 enero, 2011 at 10:21 AM

Por Jose Bahamonde

Son casi las dos de la mañana de un enero en Mendoza, los 29 de rigor en los techos de las casas que casi son infiernos. Noche despejada de dudas y casi de misterios. Está mi primo y me confiesa que es feliz por recuperar a un hermano menor (yo) y le digo emocionado que me hace bien sentirlo cerca. Iba a escribir casi suelto una lágrima, pero no, lo digo enfáticamente, se corrieron varias.

Es que la vida está llena de casis, los casi voy, los casi me enamoro, los casi me peleo, los casi los mando a todos a la mierda, los casi 100 gramos de jamón, los casi abogados, los casi jueces, los casi casi… Cada día me emociona más la gente anti casi, y mi primo lo es, admiro a los que son de verdad, los que se toman las luchas con pasión, las discusiones con calor, los amores con todo, los vinos sin soda…

Releo mis líneas anteriores y pienso, que intolerante estoy con los boludos, los que traman estrategias, los que aprietan los cachetes, los que tienen una casi vida, una casi mina, una casi estabilidad inmunda.

Ya son las dos sin casi, suena un saxo y una guitarra, el CD se llama Paz, es un homenaje a Bill Evans de un guitarrista flamenco, el Niño Josele, la paz, esa que en estos dedos no sobra, porque me apuro a escribir sobre aquello que me jode, me apura enarbolar una bandera que varios necesitan, la de la gente sensible, la que no tiene colores, la que tiene aromas, como el café que inunda mi casa feliz, como esos nardos, testigos indiscretos que esperan su muerte sin claudicar en su blancura.

Afuera a estas dos de la mañana, un perro huérfano de caricias husmea unas bolsas que quedaron de la noche, alguien se emborracha con un licor barato, la señora duerme, su hija sueña no ser una señora, el diariero prepara su rutina y su silencio, y la brisa que es poca pero alcanza para llevar el mensaje de algún niño que llora por un sujeto tácito de abrazos.

Aire, necesito aire que despeine mis rulos, que refresque las cosas que me salen. La poesía me espera en el cuaderno, el cuaderno no sabe que me espera. La vida, sucede ahí afuera, en el árbol que se arquea de tantas primaveras sin humedad, la vida, la vida, la vida esa que sucede y no espera, la vida jamás es casi vida, la vida no es un ensayo permanente, la vida es vida, la gente es gente, las putas putas, los chotos chotos.

Son ya las dos y cinco, no quiero revisar estas letras que se amontonan en mi mente, y sin más apunto con mis palabras a un imaginario círculo de sangre, ahí en el medio, en el centro deseado por toda competencia, se estrella la palabra amor… A nadie le importan los daños que genera, nadie piensa que ese círculo es de sangre, todos se jactan aplaudiendo de unos 100 miserables puntos.

Y yo, que detesto las competencias del dolor, agarro las letras una a una (la M lastima un poco por las puntas), las meto en un bolsillo, camino hacia la calle y con el amor estrellado en mi jean gastado, me voy a vivir la vida, a cagarme en los 100 puntos, a procurar que Nidia, la gran Nidia luchadora inclaudicable, cuando me lave los Levis trajinados, no se olvide en el bolsillo esas 4 letritas estrelladas…

Este autor es Columnista permanente de este Blog


El Atlántico

In AguaSuaves, Bahamonde on 12 octubre, 2010 at 12:11 PM

Por Jose Bahamonde

Es cerca de la medianoche de un viernes, llego a Lima, bajo cauto del avión porque pisar suelo peruano… por dios, pisar el suelo de este bendito país, siempre ha sido para mí un momento mágico. Quizás por mi veneración a sus antepasados, tal vez por la premonición de que el alma se estremecerá en cada abrazo con su gente.

Los primeros contactos son como siempre, espectaculares, el pisco en el free shop, las sonrisas de sus dignos habitantes, las fotos de su orgullosa gastronomía. Me cuesta encontrar a quien me espera, un collage de carteles abarrotan la salida, entre ellos y luego de tener que concentrarme, mi nombre anotado en unas prolijas letras mayúsculas.

Me recibe un señor de enorme sonrisa, canoso, alto, educadísimo, subimos al auto y buscamos el mítico barrio de Miraflores. En el camino entrelazamos palabras sobre las variedades del pisco, sobre Chabuca, sobre el cebiche y la papa, sobre los incas y los mochis, sobre todo eso que me enamora del Perú. Lo que pasó después es difícil de contar, encuentro con mi gran amigo Fede y con Maxi, un restaurante, algún plato para pasar el rato y un bar y dos muchachas y 3 chilcanos y un cielo brumoso y nostálgico de Lima que se agarraba a trompadas con mi felicidad.

Quedan 6 días contados con minuciosidad japonesa, entonces a disfrutar cada segundo, cada pisada, cada bocado, cada gesto de amistad. Ya es la mañana del sábado, me junto al mediodía con mi hermano peruano Felipe Salas, el abrazo de siempre con el sabor del ahora, está también ese sol omnipresente que es Gianni y Roberto y su sonrisa. Nos vamos con Fede y los chicos al primer encuentro con la gastronomía más feliz de Lima, uno de sus Huariques (podés  leerlo como un dato, una cueva, esos lugares donde lejos del glamour, se encuentran las verdades).

El Atlantico

Llegamos a El Atlántico, un restaurante de barrio, enrejado, con mesas y sillas austerísimas pero cómodas, con servilletas tan de papel como absorbentes, con gente tan común como real. Felipe se siente en su casa, abre una caja con sus copas y otra con sus vinos, un Albariño es enviado sin escalas al freezer y un Pinot reserva de Morandé a la heladera.

Los comensales de las otras mesas sonríen, varios personajes japoneses son felices en El Atlántico, llega a nuestra mesa una chica de claro origen oriental, hermosa, amable. Felipe pide una ráfaga de platos y el albariño con ellos. Hablamos de los encuentros, de la amistad, de nuestro amor por los lugares de todos los días, donde sólo hace falta el pasaporte de una sonrisa y las ganas de comer rico. Llega el primer plato, va al medio, obvio, cebiche de lenguado y pulpo, con su camote, su maíz blanco gigante, sus trozos grandes, su rocoto, el culantro, la maravillosa cebolla morada y el limón tan sutil como peruano.

Las onomatopeyas se entrelazan, incluso alguna puteada tan argenta para elogiar las cosas, impresionan la simpleza y el todo. El Albariño, se agarra de la mano del cebiche y le promete amor eterno, se casan en el altar de mi boca y yo, sin arroz todavía brindo por los novios. Y entonces cuando nada parecía más perfecto, llego la tortilla de hueveras, Fede se lanza, lo sigo, y va Feli con vehemencia y Rober con mesura y la explosión y otro trago de albariño. Y sin pausa un salteado de pescado del día y verduras en una salsa Nikei tremenda, todo al medio, todo de todos, todo de todo. Y llega el Morandé Pinot reserva, impecable, amplio, generoso.

Otro salteado de mariscos al ajo y un lomo saltado con calamares, con cebolla morada, tomate, semillas de ajonjolí (sésamo blanco para los que no saben) y unas papas fritas crocantísimas. No queremos que el Pinot termine, simplemente porque no queremos que el momento termine, pero como dice la canción “todo concluye al fin, nada puede escapar”. Decir adios a un lugar como El Atlántico es como despertarse de noche y con frío para ir a la escuela (Mora sensation).

Antes de salir nos abrazamos al señor japonés Lorenzo Kanashiro ese que lo inicio todo, ese que empuña una cerveza helada y lanza una hermosa carcajada. Llama a sus nietas, aparecen impecables 3 divinas mujeres con rasgos japoneses, 3 cocineras, 3 hermanas, las Kanashiro, que son hermanas nada más que para que cuando cocinen, todos seamos sus hermanos. Hablamos de la historia, del respeto, del pasado y el porvenir, nos abrazamos, salimos emocionados.

Primera emoción gastronómica en Lima, probablemente algún pecado nos espere a la vuelta de la esquina, yo seguramente no me negaré se los prometo…

Este autor es Columnista permanente de este Blog

Fuente: ArgentineWines

Pasión Bahamonde

In Bahamonde, Pasiones on 17 agosto, 2010 at 12:31 PM

José Bahamonde nació en Mendoza, Argentina. Estudió inglés en Estados Unidos, obtuvo en Chile la licenciatura en Publicidad y Marketing, se posgraduó en Marketing de Servicios y cursó algunos años de abogacía. También es experto en diseño y un importante referente de la gastronomía (su restaurante La Sal, en Mendoza, dejó huellas).

Bahamonde es actualmente columnista de este Blog

Escribe poesía, baila sin improvisar flamenco y tango, y literalmente viaja por todo el mundo. A todo lo que hace, Bahamonde le imprime su sello personal. Amante del humor, puede fluir desde el chiste ingenuo a la broma ácida. Suele ser exigente, individualista, sibarita, seductor, hedonista e irreverente. Se comenta que no resulta muy conveniente hacerlo enojar y que cultiva la amistad como pocos.

Durante la primavera del 2010 pasó por Barcelona, y lo acompañamos a Colliure, un maravilloso pueblo costero del sur de Francia, donde expuso otra de sus pasiones: la fotografía. Fue así que le propusimos desarrollar algunos conceptos en palabras y otros en imágenes.

El Disparo. El Momento. La Filosofía.

"Yo habitualmente siento las fotos.."

Al disparo llego sintiendo la mayoría de las veces y pensando algunas otras. El disparo es el momento de la pausa, del silencio, de cortar la linealidad del tiempo.Yo habitualmente siento las fotos, lo que veo me obliga a disparar. Ahora si, lo importante es el proceso para llegar ahí, lo interesante es develar cómo se llega a esa obligación por disparar. Cada ser humano pone en sus expresiones, su historia, sus creencias, sus emociones, sus modelos, es decir en cada percepción se juega la forma particular de ver el mundo. En la selección de una imagen se juega una estética de la vida. Una lectura del pasado, del ahora y del porvenir que luego se decide detener en una foto. Cuando disparo siento que estoy venciendo al tiempo, que queda en mi máquina una burbuja que describe mi forma de sentir en ese preciso momento como un fragmento del universo detenido. Y de ahí se disparan luego, cientos de evocaciones y lecturas.

La fotografía para mi es la relación del momento emotivo del autor y su sistema de creencias, con un contexto determinado y sus elementos físicos con la coyuntura del tiempo. Si hacemos la prueba de invitar a 10 personas con la idea y la voluntad de sacar fotos en una calle, sin dudas lograremos experiencias tan diferentes como personas hayan participado. Uno hará hincapié en lo humano en relación con su entorno, otro en la arquitectura, otro quizás en los colores, otro en la vida y otro en la muerte, etc.

Preparación. Espontaneidad.

Si decido sacar una foto que relacione un dintel super antiguo con una mujer vestida muy moderna y su perro que mira en sentido contrario, estoy jugando con mi ironía sobre el pasado, el presente y el porvenir. Es precisamente esto lo que busco en la fotografía, relaciones de elementos que se dan espontáneamente en un contexto accidental. No me gusta la fotografía preconcebida buscando privilegiar lo técnico, controlar el medio porque no soy amigo de la perfección. Aproximarse a la perfección atenta casi siempre con la espontaneidad. El mundo ha evolucionado más desde los defectos, las imperfecciones y los actos fallidos que desde los excesos técnicos por buscar la perfección. La técnica deben ser los dos primeros escalones para mirar por la ventana de la espontaneidad.

La exaltación de lo técnico y preconcebido, supone un intento racional de controlar el mundo, la espontaneidad una forma emotiva de encontrar belleza en el fluir de ese mundo incontrolable.

"Aproximarse a la perfección atenta casi siempre con la espontaneidad"

Análogo versus digital. Autor.

No debería ser una disputa, sino ser vistas como alternativas. Definitivamente siento en la fotografía digital una democratización de las posibilidades expresivas, más gente puede acceder a buenas máquinas y hoy ya no es un trabajo complejo y laberíntico el sacar fotos con buena calidad. Esto es para mi, un avance para la expresividad humana, una consecución de la libertad, ¿no es acaso esto el fundamente del arte?

La libertad como fundamente del arte

En muchas disciplinas y oficios artísticos se han mantenido posiciones rígidas y oscuras apoyadas en la dificultad de acceso a los elementos, o en la dificultad técnica de la resolución de la obra. Hoy eso es cosa del pasado, existen tantos fotógrafos como cámaras. Esto lo digo por mi poca identificación con los rótulos, no creo en los artistas en el sentido que muchos artistas lo creen. No tengo en mi cabeza la existencia de un artistómetro que mide quién y dónde se es más artista que otro. Pueden haber criterios pero siempre se llega a lo mismo, a un sistema de creencias que todo lo matiza. El ego es el principal enemigo a vencer y la libertad la gran bandera…

Lo digital supone una evolución en cuánto a las posibilidades de expresión, no en el espíritu de la fotografía, ¿quién puede decir que una foto con la mejor cámara digital lo conmueva más que un desnudo blanco y negro en Paris de los años 40?

En mi caso, saco con digital, es más cómodo y me siento más libre, es más inmediato porque soy ansioso y tengo varias analógicas para hacer ejercicios creativos y explorar otras cosas, no es una lucha, son alternativas que se suman y yo las disfruto.

El automóvil no supone un detractor del caballo, significó una evolución que redefinió al caballo con nuevas alternativas de uso relacionadas con otros momentos. Desde el cambio los usos cambian radicalmente, ya casi nadie viaja con una analógica solamente, pero las cosas no mueren, muere su uso habitual y resucitan en  nuevas formas, nuevos usos, nuevas motivaciones.

Qué busco en una foto.

En una foto busco exponer mi identidad, mostrarme y ocultarme, jugar… Esta es mi forma de ver el mundo, muchas veces soy irónico, muchas contestatario y crítico, algunas veces sensual, otras emotivo, algunas humorístico y desenfadado eso si, siempre en el marco de mi visión estética.

La gran obra de un ser humano es diseñar su vida, para eso hay que trabajar en la propia libertad. Mi camino es ser feliz expresándome con pasión, conociendo diferentes herramientas para ser feliz. La vida de un ser humano gris probablemente pueda mostrarse en 10 fotos sin mucha gracia.

Mi forma de entender la vida es llegar al final del camino con cientos de buenas fotos que reflejen momentos de conciencia y disfrute pleno.

Mi filosofía es encontrar una ética en la estética, hacer las cosas según mi concepción de belleza. Si esto le llega a alguien, si una persona se emociona con mis fotos, soy simplemente feliz.

"Mi filosofía es encontrar una ética en la estética"

Colliure.

Tremenda ironía late en este pueblo de cielo y mar esperanzado maldito de belleza y en sus calles, la muerte en la tumba de Machado.

Por Alejandro Crimi para Diógenes Difusión

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El cielo moderado, un mamarracho y el poema

In Bahamonde, Exclusivos, Pasiones on 11 agosto, 2010 at 12:25 PM

Por Jose Bahamonde

Son las ocho de esta mañana fría de Mendoza, sueño moderado, día en blanco y las palabras que invitan en el iPod «porque ese cielo que vemos, ni es cielo, ni es azul. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza» Lupercio Leonardo de Argensola, cerca del 1.500.

Ahora entiendo cuando los viejos me decían que el tango está ahí, sentado en un bar fumando y esperando que algún día vengas a él. Hace tiempo ya me senté en aquel café, con la vergüenza de un niño que reconoce la verdad de una padre sabio.

Foto de Jose B

Camino hacia la Mac, la abro y empiezo a escribir intentando meter la mano en la bolsa de mi alma para tirar algún puñado de plumas al viento.

Tango, tango, cómo suena tu voz en mi mirada. Son las ocho, casi el fin de una madrugada que no fue de bourbon, ni de sueños grises, nooooo nada que ver, son las frías ocho de una mañana más y aquí estoy, empezando este día como quién baña sus zapatos en tinta y se debate si escribirá sobre el suelo de la vida una digna poesía o todo morirá en un ilegible mamarracho.

Y ahí el tango, ametrallando mi cabeza con sus frases «…se me gastaron las sonrisas de luchar…», «…pero qué, si están tus cosas pero tu no estás…» todo está ahí, el dolor, la esperanza, la muerte y la puta vida.

«…Fui…gota de vinagre derramada, fatalmente derramada sobre todas tus heridas..», «…vete, no me beses que te estoy llorando. Vete, no comprendes que te estoy salvando..» y la imagen del eterno Negro Juárez con sus lágrimas reinventando desencuentro. Tengo ganas de gritar pero no puedo abrir la boca, y caigo en una verdad incontrastable, el tango es eso, es la boca de tantos que no gritan.

Nada, a seguir, ahora pongo a Hugo Díaz y esbozo este intento de salvarme. Café negro, mi homenaje de hoy no puede mancharse con la blancura de la leche. Abro mis mails con los ojos teñidos de arrabal, y una de esas cosas hermosamente incomprensibles que se encadenan en la vida, mensaje de mi amigo Omar, escrito con las mismas manos con las que amasa el pan para el horno de barro y luego se aferra al arco de su contrabajo.

Omarcito es un ser tan dignamente humano, tan de verdad, tan hermosamente amigo, tan musical para su cocina, tan cocinero para los sueños de todos. Y su mail que me pega una trompada con guantes de terciopelo «No sé si se logra la belleza. Amo ese concepto griego de la belleza, que dice que la bondad no es buena por ser buena, es buena porque es bella…» y sé que si algo le faltaba a este rarísimo día de invierno, es esta invitación al pensamiento.

La música suena, y entonces el tango, y el contrabajo de Omar y su amistad y la belleza…y el aroma del café. Y entonces, entonces todo se ordena.

Definitivamente tengo ganas de que mis pasos de hoy dibujen algo bueno. Ahora suena Chiquilín de Bachín, «cada aurora en la basura, con un pan y un tallarín, se fabrica un barrilete para irse…y sigue aquí…» que poeta Horacio Ferrer, ¿cómo pueden todavía algunos «puristas del tango», cuestionarlo? cuánta miseria debe limpiarse alrededor de las cosas trascendentes.

Un día leí una frase divertida decía, «es fácil darse cuenta de la existencia de un genio, inmediatamente todos los imbéciles se ponen en su contra». Cómo cuesta tener que bancarse a tanto pelotudo con iniciativa, por dios. Pareciera que la envidia, ese DNI de la mediocridad, se contagia por la palabra. Eso si, por respeto a mi café, he decidido no dedicarle un segundo de tiempo a los acomplejados y envidiosos.

Volvamos, Ferrer es un rock star, un tipo que está en desacuerdo con la vida de mierda que nos intentan vender y grita con sus poemas para tirarnos un enorme salvavidas. Cómo puede cuestionarse poéticamente a alguien capaz de decir «…chiquilín dame un ramo de vos así salgo a vender mis vergüenzas en flor. Baleame con tres rosas que duelan a cuenta del hambre que no te entendí…» una canción de protesta, donde se inmola para que se entienda el sufrimiento de un niño.

Encima hay que soportar que algunos irrespetuosos digan que el tango es rancio y cosa de viejos. Y claro, la lectura que tenemos del tango ha ido mutando más por ignorancia que por decisión y como decía mi amiga Anita, la ignorancia es atrevida.

Los invito a ver imágenes de las grandes orquestas de los ’60, allí verán bandoneonístas cabeceando enloquecidos, pianistas golpeando el piano con violencia, cuerpos de músicos que vivían el tango en la piel, comprometidos, irreverentes, vanguardistas muchos años antes de la fiebre del rock y el punk.

Que alguien tenga los huevos de negarme que en la voz de Cobain podría haber vivido cualquier tango melancólico. Nada puede sobrevivir a las lecturas del pasado con los códigos actuales, pero siempre ayuda el corazón, la sensibilidad, las ganas de encontrar acuerdos, el juego de sentar a Pichuco con Pearl Jam, al gran Astor con Ceratti, a la poesía de Manzi en la mesa de un flamenco, a Julio Sosa con la electrónica del tango.

Al segundo café le cayeron unas gotas de Brandy, son las 9, le meto un trago firme queriendo desahogarme, y si, el tango es un tema del que es difícil salir, (un camino de ida diría la Mica) es el libro gordo de petete para encarar todos los dias.

Me suena el teléfono, Carlos desde Buenos Aires, justo lo que faltaba, las charlas con él pueden durar horas desculando el origen del amor, su influencia en el arte, en la amistad, y empiezan las frases compartidas, «no se puede ser profundo todo el tiempo, porque tampoco se puede ser feliz todo el tiempo» le tiro al pasar, se ríe, se que está asintiendo con la cabeza.

Comentamos de alguna mina, pisamos la banquina, volvemos al asfalto y me retruca «…es que las tristezas no son siempre las mismas…o si?» apuro una respuesta, «…hay que aprender a no sufrir maestro», vuelve a reír.

Entonces me despido con apuro, me subo al auto, manejo desorientado, encuentro en una esquina un bar antiguo, me bajo, busco con la mirada atenta, veo un viejo solo con un cigarrillo y un café, me siento junto a su mesa, siento el paso de la vida. En una radio suena un tango de Rivero, el viejo mira como buscando el cielo, lanza una bestial nube de humo, cierra los ojos y los aprieta, así se queda un rato.

Es el tango, lo juro, es el tango, ese grito de tantos que no gritan.

Entonces siento que es de noche al mediodía, que al farol se le escapó la luz, que el café  es un escocés con hielo, que la señora que pasa con las compras es Malena, que el tipo que espera el bondi en la parada es el Ñato y que ahí a la vuelta de la esquina sobrevive una milonga eterna con el piso lleno de letras y mamarrachos invisibles, que sin carteles, ni guirnaldas, ni faroles se llama vida.

Este autor es Columnista permanente de este Blog

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La tinta en la lengua. Una lima y la ciclotimia de un irlandés…

In AguaSuaves, Bahamonde, Exclusivos on 31 julio, 2010 at 11:02 AM

Por Jose Bahamonde

Son las 3 de la mañana, no tengo ganas de dormir, en realidad hoy no me parece interesante dormir, tengo ganas de escribir. Apago todas las luces menos una. Vaso gordo, un hielo, setenta y cinco de irlandés, veinticinco de agua, esto promete. Abro mi Mac, explota de luz y programas abiertos, no quiero eso, respiro…

Foto de JB

Me imagino un escritor que fuma, su noche en una bocanada larga y saboreada. Reparo en que no soy escritor, ni fumo, pero a quién le importa. Esta especie de niebla me enfrenta a la melancolía de recordar el olor a un viejo papel en blanco y la profanación tremenda de la tinta entre sus fibras.

Lentamente, con miedo aprieto command N y comienzo a esta página de un blanco no muy blanco, intentar teñirla con un poco de belleza.

Me quedo pensando en el poema, en la evolución física y espiritual del uso de las palabras. Me bombardean los fantasmas de los simuladores del arte, esas ratas dueñas de guetos, acumuladores de un poder berreta. Arbitrariedad, austeridad, evolución, tipocidio, muerte, historia, vida, esperanza, libertad.

Hace mucho tiempo que uso los apocopamientos de palabras en mensajitos de texto, que exagero las vocales como pienso y el Twitter con sus estrictos 140 caracteres me exige un nuevo orden. Tanta opinión, tantos gritos y defensas, que los acentos sí, que las eses y las ces, que la intermitencia de la hache, que hay que quemar las letras de quienes mancillan el idioma.

Hago memoria, yo los uso, insisto, mutilo las palabras pero no el sentido de lo que intento decir, caigo en cuenta de la injusticia de quienes quieren domar a una generación sin prejuicios idiomáticos, más plásticos, menos solemnes, más irreverentes. La PMQLP, estaré tan eqvcd?, en esta si me gustaría tener razón, intento decirles a los magos de la noche que se auto etiquetan de escritores, que la libertad es en sí un disfraz vivo de la poesía.

Gracias Ale por cmprtr estas plbrs TQM, HdP, : ), tng mchs gns d vvr…

El irlandés está en su punto óptimo y me lleva con un beso a la conciencia de mi entorno, suena Lima Nueva, el último cd de Narcotango, ay la puta, el corazón demasiado a la intemperie, muto en la nostalgia y la alegría, sin salas de espera, sin colas, sin semáforos, pero siempre allá atrás (en la pieza del quilombo) un armario con saudade.

Narcotango es eso, la devoción de amar, la vocación de pensar, la necesidad de caminar y en el medio de la pista, un ocho, una parada porque sabemos que la muerte y su silencio no espera cuando termina esta milonga que es la vida. Eso es, el magnético estoicismo de reir a carcajadas aún sabiendo que esta obra termina siempre mal.

Y refuerzo (me acuerdo que una profesora de lengua, de horribles anteojos empañados, me dijo que nunca se empezaba un párrafo con una enlazada Y) mi teoría sobre la ciclotimia, según mi pequeño manual de supervivencia, el que obviamente todavía no he finalizado, la ciclotimia es un signo de personas sanas de cabeza.

Me explico con 7 sorbos de irlandés: si sos una persona que debe convivir con: la tropa de garcas que camina impune por la calle, los buenos amigos, los vecinos desidiosos, la música que salva, los chotos con iniciativa, los grandes libros, los acomplejados, los secretos necesarios, la envidia omnipresente, el beso, el cachetazo, el abrazo y el insulto.

Contame, cómo vas a ser «parejito» de carácter? si no sos ciclotímico sos un (lo digo claro y enfático) enfermo de mierda. Ese es mi diagnóstico. Eso si, una gran sutileza (existen las grandes sutilezas?), lo que hagás con esos ciclos es lo que te transforma en un ser sano que genera conocimiento o un ser sano que simplemente vive y eso no es insano pero es una cagada.

Y entonces son las 5 de esta madrugada de frío y cigarros no fumados, quedan sobre esta línea pensamientos tan honestos como perecederos, y sobre la mesa un vaso con un hielo muy pequeño y el último sorbo de irlandés. Y las ganas de compartir este puñado de palabras incorrectas que intentan generar un poco de belleza y pensamiento.

Salvar a algún amigo trasnochado, defender el futuro y la libertad de nuestra filosa lengua, propagar a gritos la música que me emociona y reconocer frente al espejo mis defectos que merecen ser contados.

Entonces, apagaré la Mac, me miraré en el reflejo de su pantalla sucia, quizás sonría, y despacio caminaré a oscuras por mi casa, llenaré un vaso de agua fría, y antes de morirme por una rato, la solemnidad de cada noche, agradecer el día, pis y a la cama…

Este autor es Columnista permanente de este Blog