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“Yo, Eva Perón”. El desafío de contar cómo contar una historia

In AguaSuaves on 12 noviembre, 2012 at 12:21 PM

Por Danilo Tonti

Una mixtura de tiempos y relatos, de discursos y poderes, de mensajes y legados, se dio cita en Tucumán 260 (Córdoba). La sala principal del Centro Cultural independiente María Castaña, mutaba entre los pasillos de un teatro y la habitación principal de la imborrable Eva Perón. El tiempo no era una continuidad para la obra, sino el elemento de ruptura, la conexión entre dos tiempos que enlazaban un mismo sentido: la vida de Evita y los intentos por reconstruirla.

“Yo, Eva Perón”, una obra de Elencos Concertados, no sólo regala retazos de una apasionante vida, sino que evidencia la búsqueda de reconstrucción, tan polémica como la figura misma que la protagoniza. Sucede que la historia ofrece una obra dentro de la obra, presentando una visión innovadora y singular de uno de los fragmentos más retratados de la historia argentina.

La obra gira en torno al intento de un grupo de jóvenes actores de dramatizar la vida de Eva Perón, combinando escenas de tiempo actual con permanentes filtraciones de un pasado que se hace presente con exquisitos cambios de clima. Para eso, por momentos sólo el silencio basta para hacer de esa camuflada línea entre el pasado y el presente, el rasgo más perceptivo y transmisor del drama.

Las emociones fluctúan casi por sí solas, llevando -y a su vez llevadas- por un discurso cargado de determinación y firmeza. La versatilidad del guion y la excelente interpretación de quienes le dan vida, hacen que el público experimente los cambios emocionales con naturalidad, bordeando una sinestésica unión de amor, odio, alegría y dolor.

La historia rescata los fragmentos más ilustrativos de la vida de Eva, centrando el argumento en su vida social y política y tomando como puntos determinantes su conflictiva relación con las damas de beneficencia, el vínculo con Perón y el renunciamiento a la vicepresidencia tras el petitorio de todo un pueblo por la fórmula Perón-Perón.

La llegada de su enfermedad acerca el principio del fin de la obra. El momento refleja casi a la perfección aquella batalla interna entre lo que queda por hacer y lo que resta de salud, la dualidad más dolorosa que haya conocido Eva Perón, fruto de sus más internas frustraciones.

La calidad general de la obra encuentra su principal sustento en un guion hecho de cuidados detalles y textos de elevado vuelo literario. Tanto el contenido, como el dialecto y la entonación que da vida al guion, hacen más lograda la interacción de dos tiempos que, aunque lejanos y separados, cimientan una historia única.

En lo actoral, se destaca el sólido papel que Mariana Bonadero construye. Puede verse una Evita cargada de fuerza y carácter, pero abrumada por un amor a su pueblo que implosiona desde adentro y la invade en cada intervención. Para destacar también las actuaciones de Gastón Casabella, Lucas Leiva, Agustín Meneses y Esteban Rivarola, que se pone en el tapado de las damas de beneficencia con total soltura y flexibilidad. Con sus críticas a la Señora, finas y burdas a la vez, regalan los momentos de mayor humor de la obra.

La frutilla del postre la trae Luciana Mealla que, con naturalidad y un dominio vocal y rítmico destacable, reconfigura los tiempos del radioteatro con textos cargados de chispa y desparpajo. Lo hace desde la figura de Niní Marshall y le otorga una suerte de momento paralelo al cauce de la historia, inyectándole dinamismo y energía.

Como puntos a mejorar, el sonido de los audios originales que se mezclan durante todo el desarrollo de la obra es por momentos inaudible. Algo similar ocurre con las imágenes que se muestran de fondo: son proyectadas por telas verticales separadas una de la otra, lo que por momentos imposibilita una correcta visión de las mismas.

La obra supera con creses el comprometido desafío de retratar a una de las mujeres más representativas de la vida social y política de la historia argentina. No sólo logra una desafiante presentación a nivel actoral, sino que asume la impertinencia de contar la historia desde un lugar que, por lo simple o lo común, podría terminar subestimando la trascendencia de la historia que cuenta. No obstante, el riesgo valió la pena y la estrategia quedó aprobada.

+ info en mariacastana.org.ar

Este autor es Columnista permanente de este Blog

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