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Juventud, te creen perdida

In Exclusivos, Pasiones, Tonti on 9 agosto, 2010 at 10:10 AM

Por Danilo Tonti

La mentira arma su juego y reparte sus cartas. Crea su mundo, su universo paralelo. La mentira es la sabiduría de la antítesis, del contrapeso de lo que es; la mentira es lo que no es, pero que parece ser.

«La juventud está perdida«. Esa es la mentira. Yo soy joven, y tengo sueños, y tengo proyectos, y tengo ideales; y no soy una mentira. Mis amigos son jóvenes y tienen metas, propósitos, y no son una mentira.

Jóvenes sueños queriendo amanecer en el cielo

Juventud perdida en tanto desorientada, esa es la verdad. Y desorientada no por no saber sino por no poder. El no se impone al sueño de hacer; porque todo cierra de antemano, porque todo parece estar hecho, porque nada queda por crear.

Es mejor anular la posibilidad de cambio cuando el cambio pueda quebrar nuestros privilegios; es más seguro alzarnos en un mundo de certezas, en donde las únicas dudas nazcan de nosotros mismos.

La juventud está movilizada e inquieta, pero a este sistema no le sirven los sectores revoltosos. A este sistema le sirven los resignados y distraídos para depositar en ellos la culpa del olvido, culpa que camufla el agradecimiento de la estabilidad, del estanque de la amenaza.

Tenemos una juventud con «futuro«, pero sin presente. El hoy no parece ser su tiempo. El legado es claro: dedíquense a crecer, a formarse, a hacerse de un mundo de sueños e ideales, para que -cuando lo verde de la juventud utópica madure- entren al mundo de lo real y se manejen como él.

Entonces la sociedad es eso: un cúmulo de jóvenes retirados que dejaron a un costado sus sueños, resignándose a jugar el juego marcado, aquel en donde no hay que crear sino saber hacer, aprender las formas y los caminos. Así, los jóvenes no son el futuro; son sólo el futuro de aquellos que buscan ver un mañana programado e idéntico al hoy, formando sujetos que perpetúen más de lo mismo, bajo el mismo suelo y hacia el mismo horizonte.

Desde el paradigma actual, los jóvenes no son el futuro; son la garantía del presente infiltrado en el mañana.

Pero me pregunto cuál es el punto justo de la cocción. ¿Cuál es el fin de la receta? ¿Qué tipo de sujetos buscamos preparar? ¿Somos los jóvenes demasiado «crudos» como para ser actores protagonistas de la sociedad del hoy? Ahí está el error; en creer que sí.

La sociedad necesita transformaciones y éstas estructuras que garanticen una dinámica en donde los cambios puedan sucederse. Los cambios implican creación y la creación individuos íntegramente creativos.

Lo necesario no son hombres que reproduzcan a puño y letra lo instituido, en donde el mérito es lo bien aprendido. Lo necesario son personas capaces de capitalizar nuevos paradigmas, des-aprendiendo y re-escribiendo nuevas formas de comprendernos y de crearnos como sociedad y como personas.

Si me preguntan, prefiero una sociedad inmadura, en donde construyamos desde la incertidumbre certezas colectivas y no donde las certezas sean inmutables propiedades exclusivas. Sucede que re-crear es romper certezas, pero sólo desde lo incierto nace lo auténticamente certero. Tocar fondo es llegar al comienzo, porque todo cambio implica encontrar la crisis.

Me dicen que la juventud está perdida y sin embargo son los jóvenes quienes desbordan las organizaciones alternativas. Son ellos los que caminan y buscan, con la grandeza del desinterés, hacer de lo poco que se les permite lo máximo que se pueda hacer. Son ellos los que persisten, estimulados sólo por la convicción de que algo hay que hacer.

Las posibilidades reales de participación son alternativas al sistema que la tilda de perdida y le exige mayor «compromiso social«. Exigir acciones sin brindar caminos es la contradicción que evidencia un fin de apariencia, un discurso sin causa ni propósito.

Resulta sencillo verlos y generalizarlos perdidos en la droga, en el alcohol o en la simple indiferencia, pero se presenta comprometedor encontrar los porqués a esas circunstancias puntuales.

¿No será acaso la falta de oportunidades de desplegarse como tales en la sociedad lo que hace que la juventud se apoye en soluciones sustitutivas como la droga y el alcohol?

¿No será un sector cerrado y hegemónico, guardián y reproductor de lo establecido, causa de aquella juventud “perdida”?

¿Es posible que estemos entrenados para una sociedad estable y monótona? ¿Estamos dispuestos a resignar las “seguridades” de un presente sin futuro para crear un futuro desde el presente? ¿Será que hasta parte de la juventud ha creído su perdición?

Un corazón joven es un corazón que camina y que a su paso busca. Explora, analiza, prueba, se arriesga, se convence, se desilusiona, se involucra, se queda, se marcha. Cambia de rumbo, una y mil veces, sabe que así es el camino. Pero en el viaje se forma y, de a poco, va entendiendo lo que quiere.

Cada cosa que encuentra es vital porque lo determina, lo condiciona, lo empuja y lo estimula. Cada paso es una marca y la pauta para dar el siguiente. Hay que estar ahí. Es necesario. Es urgente. Hay que escuchar y dejar hacer. Hay que abrirse a lo que sienten y dejar que nos hagan sentir.

“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, piensen, sueñen, cuenten, vivan… estará la semilla del camino enseñado y aprendido”. María Teresa de Calcuta.

Este autor es Columnista permanente de este Blog

  1. Hola Danilo. Me ha encantado tu post.
    Me resulta aleccionador para los adultos y esperanzador para la juventud. Me apena que sean muchos los jóvenes que aún se hacen cargo de la etiqueta que se les coloca. Si me permites, te nombraré en mi blog con un enlace.
    Un saludo!

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