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La campaña electoral, en tiempos de microfilms

In Paladar mostaza on 7 septiembre, 2011 at 9:59 AM

Ramón Mestre, el candidato de la UCR al ejecutivo municipal de Córdoba, utiliza modernos videos para llevar su plataforma electoral a los ciudadanos. Contános que te parece.

Por Leandro Sallaberry Martinez

Cual profecía de Michael Nostradamus, en 1930 el investigador estadounidense Walter Lippman comenzaba a advertir en su clásica obra Public Opinionsobre la importancia del soporte audiovisual, al sostener que la imagen es “la forma más segura de transmitir una idea”. Ochenta años después, la imagen y las nuevas tecnologías siguen cambiando las reglas de juego de la comunicación política moderna y demuestran en cada campaña electoral, el gran poder y el impacto que pueden generar en el electorado.

El Marketing moderno, donde las tecnologías de la comunicación tienen un lugar integral y fundamental, presenta tres características: Mediatización -entendida como la utilización de los medios masivos de comunicación-; Videopolítica -dominada por la imagen y las herramientas de comunicación audiovisual- y Ciberpolítica -uso de las tecnologías digitales para la comunicación y movilización políticas-. Hoy con un click, el candidato despliega su plataforma electoral y se adentra en los hogares para transmitir su propuesta a los ciudadanos.

Es indudable que el senador Ramón Javier Mestre, es uno de los candidatos a Intendente a presidir el Palacio 6 de Julio, que mejor utiliza estas herramientas que pone a disposición el marketing y la comunicación política. En el sitio http://www.cordoba2031.com el candidato radical a la intendencia deja de manifiesto que a través de cuatro cortos o micro films, se puede utilizar el lenguaje de las tecnologías y conformar un moderno coctel con imagen, sonido y creatividad.

Ramón Mestre, a través de este moderno recurso, presenta sus propuestas de cara al futuro; en una serie de 4 microfilms imagina la situación de la ciudad en el año 2031 y el éxito de las políticas que pretende implementar si gana las elecciones el domingo 18 y tras varias gestiones radicales.

Sin lugar a dudas, atrás parece haber quedado el puerta a puerta por los barrios. Hace pocos años, para los candidatos era necesario recorrer las calles, tocar timbres, llevar la propuesta a los ciudadanos y persuadirlos con su presencia. En la actualidad, las nuevas herramientas demuestran que los candidatos pueden tener presencia en forma virtual y llegar a cada uno de los ciudadanos con sus ideas, propuestas e inquietudes. Esto forma parte de un proceso mucho más complejo conocido como “mediatización de la política”. Ya no son necesarios los actos multitudinarios; hoy todo parece indicar que la política es un show y que como tal, con mostrar de manera creativa, alcanza.

Aunque haya quienes consideren que este proceso “banaliza la política”, tal como escribió el psicólogo e investigador Roberto Follari, lo cierto es que con cada campaña electoral, observamos que los candidatos van utilizando en mayor proporción las estrategias audiovisuales y multimediáticas. Hace algún tiempo esto sucedía en países del primer mundo.

Hoy, la realidad local indica que estas herramientas han desembarcado en Córdoba y candidatos como Ramón Mestre, ya las están utilizando. Habrá que ver si dan o no resultado y si los electores, acostumbrados a las campañas electorales tradicionales, comienzan a prestar atención a esta nueva forma de persuasión partidaria.

+ Toda la campaña de Ramón Mestre para Intendente en Córdoba

La Perla es el barrio

In AguaSuaves, Rudy on 7 May, 2010 at 12:41 PM

Por Pamela Rudy

Estoy aquí para contarles algo sobre la música urbana y “la vida en el barrio” o una cosa por el estilo.

Empiezo el texto sin estar segura de lo que voy a escribir y me da un poco miedo contar algo que pueda ofender. Yo no quiero problemas. Sepan disculpar boricuas si mis palabras están sobrantes. Esto es a pedido de un gran amigo que me dijo “redactá ya lo que me acabas de contar” y por él lo hago con mucho placer. Escribo estas líneas desde mi humilde puesto de turista/ciudadana (no de ley) que hace casi dos meses esta merodeando una cultura rica y ambigua, plagada de códigos como creo que solía suceder hace décadas en nuestro país.

Aclaremos antes que nada, para quienes no están al tanto, que escribo desde Puerto Rico, un “país libre asociado a los Estados Unidos”, título por demás interesante para una isla cuya moneda, sistema migratorio, líneas aéreas, servicios públicos, empresas privadas, idioma y política se encuentran “integrados libremente” dentro del sistema americano.

Más de un turista pregunta a menudo cual es el presidente de Puerto Rico y no es una duda grata para aquellos boricuas que desde pequeños aprendieron a ver a su país como una cultura dominada a la que se sigue explotando. “Respondemos a Obama”, suele escucharse a regañadientes, si no es que suena un silencio de indignación. ¿Por qué un país libre no puede elegir a su propio presidente? Sólo el imperio conoce la respuesta y ya me estoy yendo del tema.

San Juan es el parte más antigua de la isla. En la época colonial ésta área se llamaba Puerto Rico y el país San Juan, pero como los barcos españoles partían específicamente a esta zona portuaria, los nombres se invirtieron al modo actual. Por aquellas épocas España construyó dos fuertes de guerra sobre las costas sanjuaninas. Estas enormes construcciones protegían a la ciudad de los ataques extranjeros con gran efectividad. A pocos metros cuesta arriba por encima de estos “morros”, se encontraban las elegantes y lujosas residencias de los colonos y demás gente poderosa de la época.

Ustedes se preguntarán ¿Quién salía a poner el pecho cuando alguien atacaba las costas? ¿Eran los dueños de estas hermosas residencias? Claro que no. Una distancia de aproximadamente trescientos metros separa un fuerte del otro. Allí abajo, sobre el mismo nivel del mar, vivía la servidumbre, los obreros, la clase baja, apartada del resto de la sociedad al azote de la marea y de la guerra. Todo era lógico: abajo los pobres, arriba los ricos.

Sepan disculpar mi pequeña reseña histórica, pero sucede que hoy en día las cosas no han cambiado mucho. San Juan es puerto de cruceros que arriban todos los santos días repletos de turistas hambrientos. Sus residencias siguen siendo las más costosas del mercado, en sus plazas hay enormes esculturas homenajeando a los próceres de la isla (no, no son esos humildes trabajadores que murieron luchando) y ahí mismo, donde vivían los desplazados de la sociedad, hoy se encuentra La Perla.

Algunos lo llaman barrio, otros dicen que es un caserío. Lo cierto es que la gente que nace allí arrastra una identidad hace más de doscientos años, una forma de ver a su cultura que poco tiene que ver con la (con)fusión que trajo el sistema estadounidense a la isla. Ahí abajo siguen estando los trabajadores humildes, los apartados, ahora en convivencia con gánsteres y una serie de pandillas que controlan la zona.

Nadie se mete con La Perla, ni siquiera la policía. Todos están al tanto de que allí se venden drogas y que los ajustes de cuenta son moneda corriente, pero la justicia del barrio hoy parece tener más eficacia que la federal. Basta con conocer a las personas indicadas y mostrar respeto ante todo.

Ese es mi caso. Como soy extranjera y mis rasgos físicos no me ayudan, comencé a bajar al barrio acompañada de gente “habilitada”. Siempre que apareció la oportunidad de dialogar con alguien residente, me mostré calma y aclararé que soy de un país bien del sur, más de lo que ellos imaginan, y que estoy trabajando al servicio de “blanquitos” a cambio de muy pocos “chavos”. Y al parecer eso funciona. Una vez un personaje se acercó y me dijo: “si alguna vez alguien te roba o te hace algo, tú me avisas. Tus cosas aparecerán en la puerta de tu casa y quien te las robó desaparece, eso es fácil”. Todo esto por haberle convidado un cigarrillo con una mirada austera (diferente a la del turista que todo lo sonríe) y eso al parecer le agradó. Así se van moviendo las cosas. Uno de los lugares más peligrosos del país puede ser también uno de los más seguros. Como dije antes, respeto ante todo.

También me atreví a salir con un ex gánster, actualmente músico bien reconocido, y les aseguro que cuando estaba con él o en su ausencia mencionaba que estábamos saliendo, nadie me miraba ni los talones y se iban alejando lentamente, como evitando problemas. Así mismo, este chico sabía absolutamente todo lo que yo hacía y eso sinceramente llegó a asustarme bastante: “ayer fuiste a cenar a Sofía y pediste una pizza con agua mineral. Después pasaste por Niuyoricans Café a saludar, no te quisiste quedar porque había mucha gente, caminaste hasta tu casa y antes de subir te tomaste una piña colada sin alcohol en el Café Guarniex”. Imaginate.

En La Perla se criaron algunos de los grandes raperos que hoy suenan en la radio, bien nutridos de los códigos del barrio. Si Tego Calderón canta “los maté, pero no fue mala fe, hice lo que tenía que hacer” o “no tiren contra mí, qué saben, si ninguno de ustedes ha matao veinte” les aseguro que no hay motivos para creer que su lírica es pura fantasía ficticia y comercial.

Como ya sabemos, el hip hop nace en los barrios y sólo de allí sale su valoración. Por lo menos en Puerto Rico se respeta sólo al cantante cuyas letras se fundan en su historia y por la audacia de las mismas son personas intocables. Ellos tienen el derecho a la palabra y a la representación del barrio. En Argentina se juzga a los músicos cuando se hacen comerciales. Aquí se los entierra cuando hablan de lo que no conocen ni deben.

Los raperos de “letras genéricas”, que suben al podio desde arriba, aquí son arremetidos a muerte por todo el resto que la viene peleando. Por más comerciales que sean, no tienen el respeto de la gente y eso los convierte en profetas sólo en tierra ajena. Mencionar a Daddy Yankee, Wisin&Yandel o PDD es hablar de muñequitos de torta sin estilo propio, a los que a nadie le interesa escuchar. No se trata de “quién vende más discos”, sino de “quién es más real”.

Una de mis conclusiones es que en esta isla el hip hop, el rap, las rimas, siguen existiendo como modo de enfrentar a dos personas y ver quién es el que domina mejor el alfabeto. Siguen sucediendo los combates al estilo Bronx. Cantantes dedican producciones enteras arremetiendo contra sus oponentes y eso los consagra. Si no estás dispuesto a pelear, si tiraste contra alguien y ahora te arrepentís, no pidas perdón: lo mejor sería que no te metas con estos ritmos y comiences a pensar en dedicarte al pop o a la bachata.

Personalmente, aplaudo que las cosas se den así. Es parte de mantener la identidad de la música, que es un reflejo de lo que le pasa al pueblo. En Argentina la cuestión es diferente. Como dice mi amigo George, “los pibes caminan por la Nuñez  (Córdoba) como si estuvieran en el Bronx”. De todos modos no me asusto. Nosotros no tenemos hip hop, pero si creamos otros estilos que reflejaron nuestras historias con raíz y criterio para hacerlo.

Supongo que en los comienzos del tango, se valoraba a los músicos por su arrabal y por la identidad de su canto, bien porteño, de bares, de putas. Y entiendo que fue por eso que se criticó y fustigó tanto a Astor Piazzolla (a quien se comenzó a valorar en Argentina en épocas modernas): muchos no lo consideraban tanguero por la influencia europea jazzística de sus obras. La identidad del tango es muy fuerte. Creo que esa es la razón por la cual no se sigue produciendo como tal, sino más vale reproduciendo. No nos atrevemos a recitar letras que se desubiquen en el espacio temporal original del dos por cuatro. Nos hemos comportado respetuosamente al respecto.

También me quedo tranquila porque nuestro país es un gran productor de cumbia, aunque usted no lo crea. Y no es la cumbia colombiana trágicamente deformada; es una cumbia nueva, tan pesada como quienes se atreven a cantarla en un escenario. Nace en la villa y ahí se queda.
Señores: a los barrios, respeto y a la música, libertad. Salú.

+ Calle 13 – «Querido FBI» por la muerte de Filiberto Ojeda, un militante de independencia boricua

+ Video de Tego Calderón hecho enteramente en La Perla

+ Mas salsa que tu, una banda nueva, con su video arremetedorrrrrr «ten cuidao»

+ Esto es interesante: son dos raperos que arremeten contra arcangel, la competencia que esta por sacar un disco y hablo mal de ellos, el final es bueno y estas situaciones son muy comunes


Toni Puig, el «guru» de las ciudades, 2 en 1

In Pasiones on 28 abril, 2010 at 12:06 PM

Hoy les acerco dos Entrevistas a Toni Puig, el español abrió la Cumbre 2010 en Argentina.

«Una ciudad con caca de perro es ideal»

Ahí, sentado en una mesa y vestido de turista, está el gurú. Es el español Toni Puig, un mito del urbanismo, el hombre que le cambió el rostro a Barcelona, que en 1979 inició el rediseño de una ciudad que estaba opaca y que hoy, con ese trozo de España convertido en la gran capital de Europa, es llamado el gurú de las ciudades. Desde hace años el gurú, un genio compacto, suele viajar por el mundo dictando sus pensamientos. Y por eso ha venido a Buenos Aires: será la estrella internacional de un seminario que se inicia hoy en el Centro Cultural Recoleta.


–¿Qué se siente ser el gurú?

–Estoy encantado, pero las ciudades no se cambian ni se piensan desde una persona. Se hace en equipo.

Cuenta que modernizó Barcelona con un equipo de gente democrática, muy intelectual, y así combatió al franquismo. Promovió un lema, despertó a la ciudadanía y decoró la ciudad para los Juegos Olímpicos de 1992. Más tarde la volteó, pues, como dice, la ciudad le daba el culo al mar, y dejó a Barcelona mirando de frente al Mediterráneo. Impuso otro lema. Barcelona se volvió la urbe vedette y así nació el gurú, Toni Puig, modernizador de capitales e inventor del concepto “marca ciudad”.

–¿Cómo se obtiene eso de marca ciudad?

–Una ciudad que se posicione, primero, entre los ciudadanos. Luego, siendo una ciudad en la que le gustaría vivir a los otros, lo cual trae la inmigración. La inmigración, esto por favor entre comillas, estropea una ciudad. Pero una ciudad que no acepta a los inmigrantes no es una ciudad de marca. Es una fortaleza, un castillo con murallas. Y después de esas cosas, si tienes gracia, llegan los inversionistas. Y, por último, si la ciudad tiene algún encanto natural, llega el turismo.

El gurú también recomienda que una ciudad evite la violencia porque una ciudad insegura es un campamento. Recomienda que los servicios básicos estén a diez minutos de casa y fomentar la educación a la cultura. También rompe bruscamente un viejo mito de la prolijidad: opina que la caca de los perros en las calles no implica una ciudad en ruinas.

–Al empezar a trabajar en Barcelona, ¿había mucha caca de perros en las calles?

–Menos que ahora. Es que cuando hay bonanza económica vienen los perros. Por eso, una ciudad que sólo tenga el problema de las cacas de perro, es una ciudad ideal para vivir.

–¿Podríamos decir que es un lujo tener caca de perros en la calle, Toni?

–Si duda– enfatiza el experto– si somos serios, en una ciudad que logre el bienestar podemos dejar que el perro se cague en la calle– Toni se concentra y enumera caos urbanos más trascendentes: los secuestros y los piquetes que cortan las calles. De pronto el gurú estaba hablando de Buenos Aires.

–Yo amo Buenos Aires. Es divina. Para mí es como Barcelona, pero en mejor.

–¿Por qué en mejor?

–Porque hay más vida, más contrastes, más creatividad. El único problema que tiene es que no sabe qué quiere ser cuando grande.

–¿Hablamos de una ciudad-niña, Toni?

–La ciudad ya es adulta, pero se hace la tonta. No quiere ver los problemas que tiene. Creo que hace falta proyectar la ciudad al futuro.

–Pero la ciudad sueña con ser una marca, ¿cómo llegar a eso?

–La riqueza de esta ciudad es increíble. Esto más que una ciudad es un mundo. Es como la Venecia del siglo XVI. Pero con la creatividad sólo se vive al día. Hay que proyectar. Y no se hace lo cual se debe, principalmente, a que el gobierno de estado no colabora con el gobierno de Macri porque es de un partido distinto. Y eso es indecente.

El gurú, además, es un legendario gestor intelectual. Fundó la revista Ajoblanco que, en su momento, reunió a los intelectuales de la época y llegó a vender cien mil ejemplares. Toni Puig hoy piensa que una revista de contracultura igual se puede hacer en democracia.

–¿Todavía, como dijo alguna vez, considera que la mitad de su corazón es porteño?

–Hombre, por supuesto que sí –aclaró justo antes de ponerse una chaqueta, acomodar todos sus colores, y salir a pasear por la ciudad como un incógnito gurú.

Fuente: Diario Critica

+ El guru de las ciudades

+ Otra entrevista (audio)

«Para mi Bs As está estancada»

Tony Puig se revuelve de risa cuando se le pregunta por su leyenda como «gurú urbano» y –por única vez– se detiene antes de soltar una de esas largas réplicas en las que –sin dejar de tirar del mismo hilo– repasa la historia de las ciudades de Occidente, cuenta retazos de su biografía e imita voces y necedades que ha oído en sus treinta años de trayectoria como asesor de planeamiento urbano de la municipalidad de Barcelona. Puig habla –de ahí, quizá, su fama– con el temple y la seguridad de un profeta sobre qué ciudades «van para adelante». Del mismo modo, cuando algo lo decepciona, se vuelve un tipo severo. Ahora, a punto de llegar a Buenos Aires para dictar el viernes y el sábado próximos dos conferencias, deja bien claro que la capital argentina ha perdido mucho espacio «porque ni siquiera tiene claro qué quiere ser de mayor».

En las dos entrevistas que tenemos –con un intervalo de casi dos años– Puig se presenta como el primer estudiante laico de una cátedra de teología en Barcelona, como el chico que experimentó con el LSD y los paraísos místicos, como el anarquista que desde la mítica revista Ajoblanco defendió la contracultura y lo raro en los últimos años del franquismo y, finalmente, como un retoño del mayo del 68 que busca bajo las baldosas flojas y repisadas «las ciudades que querría construir».

En 1980 usted pasó de armar una revista contracultural a colaborar con el ayuntamiento de Barcelona. ¿Qué sabía de rediseño urbano, entonces?

No tenía idea, yo era un creativo, creía en lo imposible. Cuando arranca nos encontramos con una Barcelona gris, tétrica, gente que se quería ir a París a ser francesa. Es cierto que era una Barcelona muy activa gracias a la fuerte lucha antifranquista, pero no conocíamos la democracia. Entonces pensamos un proyecto para abrir al mar la ciudad, reparar infraestructuras dañadas, hacer que los barrios tuvieran servicios. A los pocos años salió el proyecto estrella, pedir los Juegos Olímpicos del 92, cuando no había posibilidades porque éramos una ciudad de tercera. Esto, que era una locura, funcionó. Yo digo que la gestión es hacer cosas extraordinarias con gente ordinaria: gente que trabaja con pasión, sabe de política y que por ahí no sabe diseñar una ciudad pero tiene algunas ideas.

¿Pero cómo se financia eso?

Hasta entonces había métodos para reconstruir ciudades como Lisboa, París o San Petersburgo, después de catástrofes y con grandes ingenieros. Cuando nosotros teníamos todo en marcha vino la crisis del 82 y entonces, en lugar de grandes infraestructuras, empezamos a zurcir la ciudad: pequeñas plazas para que la gente vea cambios; comunicación, «Barcelona va adelante. Barcelona más que nunca». Al final, eso nos lo creíamos todos.

En sus conferencias plantea que una de las claves es dar con una idea o concepto de ciudad. ¿Esto se aplica a las grandes ciudades de la historia?

Sí, a todas. Atenas apostó por la democracia como valor; Venecia, por descubrir mundos y abrirse a ellos, y así terminó construyendo una ciudad que es un mundo; ¿Florencia qué hizo? Repensó todo el ideal del humanismo; París hizo suya la ilustración, fue la gran ciudad de la revolución e inventó la modernidad. En todas las grandes ciudades hay un tema.

¿Y qué idea cree que podría encarnar Buenos Aires?

Tenéis 200 años como país, os liberásteis y dijísteis «basta» de los españoles. Tenéis que volveros a plantear lo mismo en el Bicentenario. Buenos Aires para mí está estancada. Si la comparo con el entorno ha perdido fuerzas por no decidir qué quiere ser. Tiene grandes problemas, una ciudad no puede dejar que se interrumpa continuamente la circulación, por más razón que haya. Tampoco que se privaticen las veredas o las calles.

Además, los proyectos se asocian a la especulación inmobiliaria. La tendencia parece ser una ciudad de clases medias y altas con cinturones de pobreza.

Mira, ustedes deberían tener como referencia a Berlín y Medellín. Berlín porque es la ciudad más creativa de Europa y ha juntado dos ciudades increíblemente. El otro modelo –sé que lo anterior os gusta mucho porque es europeo– es Medellín. Es la ciudad donde había más asesinatos del mundo y hace unos seis años, Sergio Fajardo, el alcalde, se preguntó de dónde salía la miseria, de dónde la violencia, y detectó cinco barrios. La respuesta no fue más policía, no. ¿Sabes qué hizo? En cada uno montó una maravillosa biblioteca, fantásticas escuelas y centros donde la gente aprendiera a montarse negocios. ¿Sabes cuánto invirtió en educación y cultura? El 40% del presupuesto. ¿Sabes cuánto bajó la violencia en cuatro años? Un cuarenta por ciento por año. A lo mejor, Buenos Aires necesita para el Bicentenario ocho grandes bibliotecas en el Conurbano. Pero no bibliotequitas, grandes bibliotecas donde la gente pueda ir a estar, hacer teatro, pintar, leer o hacer cursos. Porque la gente tiene autoestima. Hoy, en esos barrios de Medellín, está orgullosa.

¿Cuál cree que debe ser el papel del Estado respecto a la financiación de museos?

Yo veo un regreso a lo público en la cultura. Desde la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo de los 80, se apostó por el comercio cultural. Esto se acabó, es el fin del espectáculo, al menos con el dinero público. Yo le doy la bienvenida a las crisis porque obligan a replantear cosas. La abundancia es un «viva el espectáculo», el artista más caro, etcétera. Hoy el Guggenheim, como todos los museos del espectáculo, atraviesan una crisis increíble porque no plantean preguntas ni trazan respuestas. Hay una generacción de políticos y gestores culturales que apostaron a «lo más»: lo más grande, lo más novedoso, que están para el geriátrico. La isla de los museos de Berlín no tiene nada que ver con este derroche. Los limpian y los iluminan, pero no son centros de diseño-diseñalísimo que cuestan una fortuna. Lo que sí hacen es abrirlos a la noche, que los estudiantes puedan visitarlos todo el día.

¿Les ve futuro a las instituciones públicas que financian y apoyan la producción artística?

No, esto es cosa del pasado, ¿un fondo para que los artistas puedan crear haciendo más de lo mismo? Obama lo dijo, es hora de quitarse el polvo y reconstruir la cultura. A los artistas les ha importado un carajo la crisis económica, las del planeta y las desigualdades sociales. Sólo se hacen fotos en las catástrofes para darse corte, convirtiendo a los derechos humanos en una farsa. Ojo, yo amo a los artistas, pero siento que ahora no plantean los temas que preocupan al mundo de hoy. No importa cómo, que lo hagan en abstracto, en realista, en metafísico, pero que lo hagan.

Fuente: Revista Ñ