Algunos ya la mencionan como la Mandela del continente asiático, acaba de ser liberada de su último arresto domiciliario que duró algo mas de siete años y fue elegida en 2010 como Nobel de la Paz. «Quiero una transición pacífica, feliz y rápida» dice la líder birmana Aung San Suu Kyi, mostrándose conciliadora con los militares que la tuvieron encerrada 15 de los últimos 21 años.
Es hija del general Aung San, el héroe de la independencia de Birmania, y se opone al Gobierno militar que mantiene Myanmar (como la Junta rebautizó Birmania en 1989). Tras diplomarse en Oxford, trabajar en la Secretaría de las Naciones Unidas y ser profesora en la India, Aung San Suu Kyi regresó a Birmania en 1988 y participó en el «segundo combate en pro de la independencia nacional».
En 1989 fue sometida a arresto domiciliario en Rangún. Asumió la dirección de la Liga Nacional para la Democracia, que ganó las elecciones en 1990 por mayoría aplastante. Como las autoridades militares se negaron a tener en cuenta este resultado, su partido no pudo formar un gobierno civil.
Reconocida como prisionera de conciencia por Amnistía Internacional, su propósito de que el drama birmano no cayera en el olvido fue recompensado en 1991 con el Premio Nobel de la Paz gracias al cual dio a conocer su combate al mundo entero rechazando el exilio que se le proponía a cambio de su silencio.
En los días que lleva en libertad, ¿ha podido hablar con los generales?
No, solo he tenido tiempo para hablar con los periodistas. Pero a lo largo de estos años sí he tenido alguna conversación con ellos. Aunque ninguna sustancial, que es lo que a mí me gustaría.
¿Qué espera de ellos?
Me gustaría que las próximas reuniones que tengamos se basen en sentimientos comunes: la amistad y el deseo de encontrar una solución. Pero no estoy segura de que ellos estén en la misma tesitura.
¿Qué le han parecido las recientes elecciones?
La LND ha establecido un comité para averiguar qué ha pasado. Muchos partidos que participaron en los comicios reclaman que se hicieron trampas con los votos y demás.. Nosotros boicoteamos las elecciones, por lo que no tenemos nada que ganar o perder con los resultados, pero creemos en el papel de la ley y por eso hemos formado este comité.
¿Por qué boicotearon?
Porque no creíamos en estas elecciones. En primer lugar porque la regulación electoral obligaba a asumir la Constitución de 2008 y nosotros no estamos de acuerdo con todos los puntos de esta. En segundo lugar, porque los resultados de las elecciones de 1989 van a ser borrados por decreto. Creo que es un muy mal precedente para cualquier proceso democrático borrar unas elecciones si no te gustan los resultados. Y en tercer lugar, porque la regulación también reclamaba la expulsión de nuestro partido de todos los miembros que son prisioneros políticos si queríamos participar. Y nosotros no vamos a hacer eso. Actualmente todavía hay más de 2.000 presos.
Y al final la LND ya no es un partido legal…
No creo que sea así. Hemos recurrido. Las autoridades dicen que no somos un partido legal porque no nos registramos en las últimas elecciones, pero sí estamos registrados bajo la ley electoral de 1989. Ellos hicieron una nueva ley electoral, pero no por eso pueden decirnos que tenemos que volver a registrarnos. La ley no se lo permite.
¿Qué herramientas tiene la LND para articular la lucha política en este momento?
Nuestra fuerza es el apoyo de la gente. Queremos crear una red de personas que trabaje para la democracia. No solo la LND, sino diferentes grupos, partidos, individuos…
¿Qué fuerza pueden tener desde fuera del Parlamento?
La voz de la gente no es solo el Parlamento, se extiende a lo largo del país.
¿Piensa que las sanciones económicas internacionales contra Birmania siguen siendo útiles?
Creo que, de vez en cuando, toca revisar la situación. Veremos los efectos en nuestra gente y las repercusiones políticas y económicas.
¿Qué le pediría, pues, a la comunidad internacional?
Tenemos que analizar la cuestión, todavía no tengo una opinión al respecto. Sería como mínimo irresponsable dar una opinión sin haber estudiado todavía la situación de nuestra gente.
Yo en este país he visto pobreza, dificultad para empezar pequeños negocios, falta de inversiones…
El Banco Mundial dice que muchos de los problemas económicos de Birmania se deben a la política económica del Gobierno.
Se escuchan voces que explican el apoyo de EE UU al movimiento democrático birmano por el interés de contener la creciente influencia de China.
No creo que EE UU base su implicación en Birmania en el hecho de contener a los chinos. Ha de haber relación entre los pueblos de China y Birmania, somos vecinos. Creo que hay políticos norteamericanos que apoyan realmente la causa democrática. Y hay otros que piensan que si EE UU no se acerca al actual Gobierno, China ocupará posiciones estratégicas, especialmente en el ámbito económico. Creo que de ahí sale el argumento. Pero yo no lo apoyo; no nos conviene ni a China ni a Birmania.
Pero los chinos explotan este país como quieren: construyen puertos, presas en el río Irrawaddy, se llevan la madera, el oro, las gemas, los minerales…
Creo que el tema debe analizarse desde varios puntos de vista. No puedes simplemente decir que China se lo está llevando todo. Tienen acuerdos con el Gobierno. Lo que hay que hacer es preguntarle al Gobierno birmano por qué permiten que nuestros recursos se disipen de esta forma. Ningún otro país tiene las ventajas que se ha dado a los chinos. Ellos simplemente han cogido lo que se les ha ofrecido. Quizá otros hubieran hecho lo mismo.
¿Ha visto muy cambiado su país tras sus últimos siete años de arresto?
He visto algunos cambios. Uno, por supuesto, la proliferación de móviles, cámaras y todos esos aparatos que lleváis. También la cantidad de jovenes que nos apoyan. Ahora hay más minorías étnicas y gente joven apoyándonos que hace siete años. Es una muy buena noticia.
¿Qué tipo de transición política desea?
Pacífica, feliz y rápida.
¿Cuál es la ruta a seguir?
Si lo supiera ya tendríamos una democracia de verdad.
¿Qué papel juega el Ejército?
Muy importante. La clave es hacerles ver algunos puntos tal y como nosotros los vemos y nosotros ver algunos como ellos. Adquirir este compromiso.
¿Cómo hará para intentar aunar las diferentes etnias que suponen el 40% de la población?
Entre lo más agradable que he percibido desde que he salido del arresto es ver cuánto más unidas están las minorías. Me han dado un tremendo apoyo, que nunca había disfrutado. Creo que las distintas etnias marchan cada vez más unidas porque han sufrido unidas. El sufrimiento ayuda a acercar posturas.
Dar valor a las diferencias…
Por supuesto. Nosotros no intentamos convertirnos en una sola realidad. Lo que queremos es hacer una nación, una unión, llena de diferencias, pero disfrutando de ellas. Disfrutando de la diversidad como una riqueza en vez de como un problema.
¿Un Estado federal quizá?
Sí, federalismo de verdad. Desafortunadamente muy pocas personas en Birmania entienden lo que realmente significa el federalismo. A menudo, la palabra federal es denostada y malinterpretada. Muchos piensan que equivale a separación. Esto no es el federalismo, aunque la gente tiene que entender que una federación significa que cualquier parte pude irse cuando así lo sienta. Queda mucho trabajo por hacer y hay que educar a mucha gente.
¿Se siente la líder de la esperanza birmana?
No, no creo en la esperanza sin trabajo. Creo que solo puedes tener esperanza cuando has trabajado realmente duro.
La gente realmente confía en usted. ¿Le pesa eso?
No, no es pesado. Me ayuda a trabajar todavía más duro.
¿Cómo van sus energías?
Con mis propósitos puedo seguir trabajando largo tiempo.
¿Qué le ha pedido la gente?
Cambio. Y tratar de conseguirlo tan rápido como sea posible porque muchos piensan que no podemos seguir así.
¿Qué piensa cuando la comparan con Nelson Mandela?
Oh, sí. Me gustaría decir que estamos en una situación muy distinta de la de Sudáfrica, porque allí era una cuestión de color. Nadie puede estar en contra de eso. Defender que un color es mejor que otro no es aceptable. Por eso el mundo fue unánime en contra de la discriminación en Sudáfrica. Lo nuestro no es igual. Algunos países son indulgentes con nuestro régimen, no muchos, pero suficientes. Muchos países han preferido ignorar lo que está pasando en Birmania, y eso no sucedió en el caso de Sudáfrica. Si los problemas con el régimen fueran una cuestión de color, no creo que nos ignorasen. Aquí somos todos parecidos y es fácil hacer creer que no hay tantas injusticias como las que hay realmente.
Fuente: El País