Candela Romero estudia la Licenciatura en Comunicación Social en Universidad Nacional de La Rioja, tiene 19 años y cuando me contó su experiencia me alegró el día. Jóvenes, creando, festejando la imaginación estimulada y descubriéndose desde un espacio de producción. Ella misma escribe a continuación cómo le llegó la chance y próximamente conoceremos a fondo los «Cuadernos de jóvenes suicidas».
En una de mis tantas tardes haciendo nada, en mi amigo el señor caralibro, leí una publicación que decía: “Se necesitan jóvenes entre 14 y 19 años, a los que les guste la literatura y también escribir”. Por supuesto que como soy hiper curiosa, me anoté, sin saber de que se trataba. Me contestaron un “Ok, estás anotada. En unas semanas me contacto con vos”. Y así fue, pasaron dos semanas y me convocaron para una reunión en la biblioteca Mariano Moreno.
Cuando llegué, a la única gente que ví fue un grupo de chicos a los cuales no conocía, me quedé parada esperando que alguien apareciera y me dijera, sí… es acá! Lo curioso fue, que se me acercó un señor y me preguntó: “¿Vos estás por el casting para el documental?” creo que es imaginable mi cara de “¿Ah?”, no tenía idea de que era para un documental, pero bueno, lo único que pude decir es SÍ.
Cuando se sumaron varios chicos más, entre ellos una amiga y compañera, nos presentaron a otro de los productores, José, y este señor que me preguntó si estaba ahí por el casting, se presentó como Jorge Leiva, director del documental. Y nos empezaron a contar sobre el proyecto.
Resultó ser que el documental, de nombre “Cuadernos de jóvenes suicidas” es un documental que ganó un concurso del INCAA, en donde se presentaban distintos proyectos para generar producciones. El mismo, se va a emitir por algunos canales de la TV Digital. Y ahí estaba yo… y lo único que pensaba era “en donde me metí”, pero bueno.. ya estaba en el baile, así que baile!
Me entrevistó el director, me preguntó absolutamente de todo, mi vida, qué hacía, que estudiaba, qué experiencias grosas tuve, si leía, qué leía, qué tipo de personalidad tenía, qué apreciaba, qué no, qué me gustaba, qué no, y al mismo tiempo un señor con cara amigable me sacaba fotos y me filmaba. En cuestión de 30 minutos ya estaba enroscadisima y super ilusionada con todo, era una mezcla de sensaciones raras que al fin resultó genial.
Después de las entrevistas, nos presentaron Adriana Petrigliano, famosa escritora de La Rioja, quién nos dictó un mini taller literario y así generar algún fragmento para que supieran de que forma escribíamos. El cuestionario fue sobre la muerte, pero la muerte vista desde otro punto de vista, y la consiga era contestar de la forma más loca posible.
Luego de que escribimos, hicimos ronda de lectura, y pude ver que la muerte no es solamente oscuridad y dolor, en realidad si lo es, pero observé que hay gente que tiene la capacidad de agregarle algo tan lindo como la poesía, a tan fatal pérdida. Al fin de todo, quedaron en comunicarse con quienes fueron seleccionados, me fui totalmente esperanzada, fue una hermosa experiencia!
A la semana siguiente, el celular sonó: “Candela, te quería comentar que te seleccionamos para el documental, te felicito! Mañana reunión en X lugar” y fue como Siii, estaba chocha, feliz! Luego de eso viví acontecimientos tan lindos, tardes y tardes y tardes de talleres literarios con disparadores para escribir que iban desde un zapping televisivo, hasta cambiar verbos por sustativos y viceversa.
Como lo dice el nombre del documental, literalmente, teníamos nuestros cuadernos, lo hicimos artesanalmente y cada uno tenía el toque personal de los 6 jóvenes que estábamos participando.
El rodaje empezó el miércoles 23 de Marzo, y se realizó en una Casona vieja y refaccionada de Sanagasta, un pueblo de la provincia. Seis hectáreas de historias y bosque, belleza por donde se busque. En tres semanas, el documental fue grabado, con tomas individuales, grupales, también se filmaron los talleres en los que escribiamos, las rondas de lectura y tomas en el medio del bosque buscando inspiración entre tanto verde.
En todos esos días contamos nuestras historias, las charlamos, las lloramos, se nos mostraron cortos super interesantes sobre el tema, imágenes, noticias, columnas, cartas, diarios, y también conocimos algo tan fabuloso y mágico como es el Kamishibai, un miniteatro de papel. Fue genial, y eso que la experiencia comenzó por el solo hecho de ser curiosa.
Al terminar de grabar el documental, me dí cuenta de algo, el nombre, que tanto chocaba a la gente cuando se lo contaba (me acuerdo patente la cara de mi viejo, y el comentario de mis amigos “che, vos hacés como que te suicidas?”), terminó por ser Cuadernos – Jóvenes – Suicidas, cuando se vea el trabajo listo van a entender de que estoy hablando.
Además, la gente que conocí fue tan, interesante, personas tan distintas que en el fondo tenían algo en común, todos coincidimos en algo: “Las palabras pesan, pesaron y pesarán, siempre”, los chicos de la producción que se re portaron con todos, pero lo más satisfactorio fue que me dejaron ser, fui esa Candela que siempre estuvo guardada, me dí mi tiempo de escribir, de llorar, de contar mi vida y mis experiencias. Eso fue lo mejor, definitivamente.
Necesitaba a alguien que me lleve de la mano a experiencias tan insospechadas como esta. Fueron tres semanas de felicidad e imaginación, fue genial!
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